LA
ARCHICOFRADIA DE MARIA AUXILIADORA
EN LA MENTE DE DON BOSCO
Tema presentado en la Escuela de Delegados/as ADMA
por María Dolores Ruiz Pérez, FMA (Madrid, julio 2012)
SÍNTESIS – GUIÓN DEL TEMA
Premisa: HACER MEMORIA. Sentido bíblico de la Memoria – Recordar. Lc 2,19.51.
1. Introducción. La Asociación de los Devotos de María Auxiliadora fue fundada por Don Bosco como instrumento privilegiado para «propagar la devoción a la Santísima Virgen y fomentar el culto a Jesús Sacramentado». Cuadro síntesis del desarrollo de la advocación de María como Auxiliadora.
2. Historia. Datos más importantes.
Don Bosco traza los orígenes en el fascículo Asociación de los Devotos de María Auxiliadora canónicamente erigida en la Iglesia dedicada a Ella en Turín con informes históricos sobre este título, por el sacerdote Juan Bosco. A los asociados se les proponían los fines y los medios, que llevaban a una intensa vida de piedad personal.
3. El itinerario mariano de Juan Bosco.
María como Auxiliadora se le va desvelando poco a poco porque experimenta su auxilio en el día a día de su vida, de la sus jóvenes, de sus salesianos. Don Bosco ha llegado a ese descubrimiento basado en su propia experiencia y en la de la historia de la Iglesia que con tanta sabiduría conoce.
4. María en los escritos de don Bosco.
Repasamos diversos escritos, especialmente el librito El mes de Mayo consagrado a María Santísima Inmaculada para uso del pueblo (1858) donde don Bosco enmarca explícita e insistentemente la devoción mariana popular y juvenil en un contexto que termina en un concreto y serio compromiso de vida cristiana vivida con fervor y amor.
5. María en la vida de don Bosco. Señalamos sólo tres aspectos:
1º. Una presencia. 2º. Para la misión. 3º. Estímulo a la santidad.
6. CONCLUSIÓN
1º. Recordar a Jesucristo con María como nuevo Pueblo de Dios. Para ello es necesario incorporar la Palabra de Dios a la vida de cada día de los Asociados y Asociadas.
2º Comprender a Jesucristo desde María; ella es la Maestra. Una escuela, la de María, mucho más eficaz, si se piensa que Ella la ejerce ayudándonos a abrirnos a la acción del Espíritu Santo y proponiéndonos, al mismo tiempo, el ejemplo de aquella «peregrinación de la fe»,
3º Configurarse a Jesucristo con María, orientando actitudes y comportamientos (ejercicio de las virtudes). En compañía de María, este exigente ideal de configuración con Él se consigue a través de una asiduidad que pudiéramos decir 'amistosa'.
4º Rogar a Jesucristo con María; Ella está e interviene. Para apoyar la oración, que Cristo y el Espíritu hacen brotar en nuestro corazón, interviene María con su intercesión materna. En las bodas de Caná, el Evangelio muestra precisamente la eficacia de la intercesión de María, que se hace portavoz ante Jesús de las necesidades humanas: «No tienen vino» (Jn 2, 3).
5º Anunciar a Jesucristo con María compañera en la misión. Si se valoran adecuadamente todas las ocasiones que se nos presentan, tanto a nivel de poder llegar a las personas individualmente como comunitariamente en nuestras casas, parroquias, santuarios, encontramos una significativa oportunidad catequética. María continúa también de este modo su misión de anunciar a Cristo como lo anunció a Isabel y a los discípulos/as.
PREMISA: HACER MEMORIA
« .. su madre
conservaba todas las cosas en su corazón» (Lc 2,19.51)
Quiero tomar como punto de partida para esta
reflexión, este versículo de la sagrada Escritura con el que san Lucas describe
la actitud de María, puesto que el tema que nos ocupa supone detenernos para
entrar en ‘la mente de don Bosco’, entrar en nuestros orígenes para ser fieles
en el hoy a lo que Dios quiere de la Archicofradía de Mª Auxiliadora.
María como hija
de Sión heredaba un estilo de contemplación repetidamente inculcado por las
páginas de los libros de la Escritura: Hacer
memoria-recordar, no es un refugio melancólico en la historia de ayer, o
celebración abstracta del tiempo que ya pasó. Se trata de una memoria dinámica,
actualizante que busca sacar enseñanzas nuevas de los acontecimientos pasados.
Lo sugiere la raíz hebrea zkr que indica la ‘memoria-recuerdo’ y también al género masculino,
es decir al que fecunda. La memoria bíblica, es casi una virtud generativa
porque impulsa y emergen nuevas energías de vida.
Este dinamismo de la memoria según la Escritura
viene de la convicción de que Yahweh es inmutable en su amor y fiel en cada
tiempo a sus promesas de querer ser con el ser humano. Lo que hizo en el pasado
es signo de lo que hace hoy y de lo que hará en el futuro.
En los tiempos pasados ninguna de las palabras del
Señor cayó en el vacío, esto deberá reconocer Israel, con todo el corazón con
toda el alma (Jos 23,14). Y otro tanto ocurrirá en el porvenir.
Para la Escritura, recordar equivale a contemplar el
pasado en orden al presente y al futuro. Es una vuelta sobre los
acontecimientos transcurridos examinándolos, conducida por los retos del hoy al
que alcanza y del mañana al que abre las puertas. Dice el salmista:
«Son grandiosas las obras del Señor, cuantos
las aman deben escrutarlas» (salmo 111,2).
Hay una metodología de búsqueda y de confrontación
entre el ayer y el hoy. Extraño, pero es así: la fe rejuvenece a medida que más
se inclina sobre la Tradición. «La fe en
el futuro –escribía Filón de Alejandría- proviene de cuanto ha acaecido en el
pasado». La estrategia de Dios no cambia.
Los dos verbos en griego usados por Lucas referidos
a María son sintereo y diatereo. El primero aparece 31 veces en
la Biblia griega de los LXX, de las cuales 17 en los libros sapienciales, 2 en
Tobías, uno en Proverbios y 14 en el Eclesiástico. El significado de base es conservar, observar,
mantener, retener, custodiar, tener cuidado. Y se refiere a Dios y al ser humano. El Señor
ama a quien custodia sus caminos. El hombre sabio es el fiel a la Ley, se
aplica en aprender y a penetrar en el sentido escondido de las parábolas.
Vigila sobre las ocasiones, tiene puesto el freno a su lengua, no conserva
rencor para obtener él mismo perdón en la oración. El verbo diatereo viene a ser igual.
En la experiencia interior de María se inaugura el
juego de la memoria y de la fe que permanecerá como un rasgo fundamental de la
experiencia cristiana. Mientras que el recuerdo es muerte, porque se vuelve
hacia el pasado en cuanto tal y ahí se queda, la memoria, por el contrario, es
vivificante, es la fuerza que impulsa a ir hacia adelante y apunta hacia lo que
está por venir.
La situación de María es la nuestra. Estamos en los
albores de un nuevo milenio. Conocer y afianzarnos en la Palabra que Dios nos
dirigió y dirige, recordar lo realizado a través de don Bosco en lo que
concierne a “su devoción mariana” es en orden al presente y al futuro. Volvamos
sobre los acontecimientos transcurridos en los inicios de nuestra Familia,
examinándolos para iluminar los retos del hoy y del mañana que nos abre sus
puertas.
1. INTRODUCCIÓN
El 30 de
octubre de 1835, el joven Juan Bosco con veinte años entraba en el Seminario
para inicial su preparación al sacerdocio. La tarde anterior, su madre Margarita
Occhiena, habló con su hijo y le dijo:
«Querido Juan (...) Cuando viniste al mundo te
consagré a la Santísima Virgen; al iniciar los estudios te recomendé la
devoción a nuestra Madre; ahora te aconsejo ser todo suyo: ama a los compañeros
devotos de María y, si llegas a ser sacerdote, recomienda y propaga siempre la devoción a María»
El mismo Don
Bosco recuerda con emoción las palabras de su madre en las Memorias del
Oratorio. Juan, con lágrimas en los ojos, le respondió:
«Madre, le agradezco cuanto ha dicho y
hecho por mí; sus palabras no han sido
dichas en vano y las conservaré como un tesoro durante toda la vida».
Y
verdaderamente así fue. Don Bosco no sólo no olvidó nunca las palabras de su
madre sino que las vivió de forma admirable en todo momento. María, la madre y
maestra estuvo siempre presente cada día
de su vida y cumplió el mandato de mamá Margarita.
Don Bosco aprendió,
en las rodillas su madre, una auténtica mujer cristiana, campesina llena de
sabiduría, a descubrir la presencia de María y supo transmitir y difundir a todos,
especialmente a sus jóvenes, una fuerte devoción filial hacia la Madre de
Jesús, haciendo vida las palabras de Jesús: «Hijo he ahí a tu madre» (Jn 19,27).
La devoción mariana de don Bosco
encontró en el título de Auxiliadora la motivación de toda una línea espiritual
y apostólica que desde tiempo atrás venía madurando y que culminó en diciembre
de 1862 con la decisión de levantar en Turín una iglesia digna y grande en
honor de María Auxiliadora[1].
En Turín la devoción a María
Auxiliadora no era nueva. Parece que fue introducida por el cardenal Mauricio
de Savoya, que mandó construir en la iglesia de san Francisco de Paula una
artística capilla dedicada a María Auxiliadora. En las últimas décadas del
Setecientos se había iniciado aquí una Pía Asociación de devotos de Nuestra
Señora Auxiliadora, similar a la de Mónaco y después canónicamente erigida
independiente en 1798[2]. De aquí parte una
particular difusión de la devoción a la Auxiliadora sobre todo en la primera
mitad del Ochocientos en el Piamonte. El culto asumía la característica del
recurrir al patrocinio de María en defensa de la cristiandad en tiempos
difíciles, es decir, que siempre tendrá un carácter social, eclesial,
pontificio, sobre todo después de 1815.
Aun cuando después nos detendremos en lo que
concierne más de cerca a la historia de
la Archicofradía, resumimos en un breve eje cronológico los datos más
significativos referentes a la propagación de la advocación de María como Auxiliadora:
345
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Testimonios
de que era venerada con este título. San Juan Crisóstomo (Constantinopla) “Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios”.
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532
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San
Sabas narra que en oriente había una
imagen de la Virgen que era llamada “Auxiliadora de los enfermos”, porque
junto a ella se obraban muchas curaciones.
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749
|
San
Juan Damasceno en el año 749 fue el primero en propagar la jaculatoria: “María
Auxiliadora , rogad por nosotros”. Y repite: la virgen es “auxiliadora para
evitar males y peligros y auxiliadora para conseguir la salvación”.
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1030
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En
Ucrania, Rusia, se celebra la fiesta de María Auxiliadora el 1 de octubre
desde el año 1030, en ese año libró a la ciudad de la invasión de una
terrible tribu de bárbaros paganos.
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1492
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En España, se compone una liturgia
en honor a María Auxiliadora, como gratitud de los Reyes Católicos por la
toma de Granada.
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1558
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En las letanías
lauretanas, que se rezan después del Rosario, ya estaba la invocación “Auxilio
de los Cristianos, ruega por nosotros”.
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1571
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Batalla de
Lepanto, batalla que acabó con la victoria de los cristianos sobre los
musulmanes, que amenazaban con dominar Europa. El Papa san Pío V atribuyó la
victoria a la Santísima Virgen y el título de “María Auxiliadora” se fue
extendiendo entre la cristiandad.
El Papa regaló al rey de España Felipe II una imagen de María Auxiliadora
que se conserva en el tesoro de la catedral de Toledo.
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1683
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Se repitió la victoria en la batalla de Viena contra los turcos,
igualmente atribuida a la intercesión de María Auxiliadora. Surgieron entonces
diversas “Cofradías de María
Auxiliadora” en tierras alemanas, especialmente en Baviera, y se fueron
extendiendo a otros países.
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1814
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El Papa Pío VII, que había
sido llevado a Francia como prisionero de Napoleón, por las súplicas de los
fieles a la Sma. Virgen quedó libre y entró de nuevo en Roma el 24 de mayo. El Papa, agradecido,
estableció que se celebrara la fiesta
de María Auxiliadora ese mismo día.
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1863
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Don Bosco comienza la construcción de la iglesia. Todo su capital era
de cuarenta céntimos, y esa fue la primera paga que hizo al constructor.
Cinco años más tarde tuvo lugar la consagración del templo. Lo que sorprendió
a Don Bosco primero y luego al mundo entero fue que María Auxiliadora se
había construido su propia casa, para irradiar desde allí su patrocinio. Don
Bosco llegará a decir: “No existe un ladrillo que no sea señal de alguna gracia”.
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1864
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Encuentro de don Bosco con María Mazzarello en Mornese (provincia de
Alessandria) y las Hijas de la Inmaculada, asociación dirigida por don
Domenico Pestarino desde 1855. De aquí nacerá el Instituto de las Hijas de
María Auxiliadora.
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1865
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Don Bosco encarga al pintor Tomás Lorenzone un cuadro de
María Auxiliadora para la Basílica de Turín. Al cabo de tres años de trabajo,
la obra fue colocada en el Altar Mayor[3].
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1868
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9 junio. Es consagrada la Basílica María Auxiliadora en
Turín por el arzobispo mons. Riccardi.
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1869
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A los pies del cuadro el 18 de abril de 1869,
el Arzobispo de Turín declara canónicamente la Piadosa Asociación de María Auxiliadora para irradiar
en el mundo la devoción a la Santísima Virgen invocada bajo este título.
(M.B. IX, 585). Nace la Archicofradía de María Auxiliadora.
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1870
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Con el breve del 5 de abril, Pío IX la elevó a Archicofradía,
con derecho de agregar a ella
misma las Asociaciones que fueran surgiendo en cualquier parte del mundo con
el mismo nombre y con las mismas finalidades.
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1872
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5 agosto, Fundación del Instituto de
las Hijas de María Auxiliadora como monumento
vivo de la gratitud de don Bosco a María Auxiliadora. María Mazzarello es
la primera “piedra viva” de éste.
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1877
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Breve
de Pío IX mediante el cual se concede a D. Bosco la facultad de extender la
Archicofradía de María Auxilio de los Cristianos a todo el Piamonte. (M.B.
XIII, 413, 950)
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1878
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D. Bosco solicita del Papa León XIII aprobar la fórmula de
la Bendición de María Auxiliadora. La aprobación se realizará el 18 de mayo
siguiente. (M.B. XIII, 489)
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1896
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Breve del Papa León XIII mediante el que se concede al
Superior General de los Salesianos la facultad de agregar todas las
Asociaciones de María Auxiliadora erigidas en las casas salesianas a la Archicofradía
del mismo nombre de Turín.
La Asociación de María Auxiliadora de Utrera, primera de España, queda
erigida y agregada a Turín, con el nº 17 del registro general, por D. Miguel
Rúa, primer sucesor de D.Bosco.
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1913
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Breve del Papa León XIII mediante el que se
concede al Superior General de los Salesianos la facultad de erigir
canónicamente las Asociaciones de los Devotos de María Auxiliadora también en
las casas del Instituto de las FMA y agregarlas a la Primaria de Turín.
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1934
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1 abril. Don Bosco es declarado Santo.
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1951
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24 junio. María Mazzarello es declarada Santa.
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1954
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12 junio. Domingo Savio es declarado Santo.
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1989
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24 de julio. El
Rector Mayor, con su Consejo, reconoció oficialmente la pertenencia de la
Asociación de María Auxiliadora a la Familia Salesiana.
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2003
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Aprobación del
Nuevo Reglamento de la Asociación de Devotos de María Auxiliadora
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La Asociación de los Devotos de María Auxiliadora
fue fundada por Don Bosco como instrumento privilegiado para «propagar la
devoción a la Santísima Virgen y fomentar el culto a Jesús Sacramentado».
2.
HISTORIA[4]
«¡Acuérdate de
los tiempos antiguos –recomienda Moisés a
todo Israel- considera los años de las generaciones que ya pasaron. Pregunta a
tu padre que te lo explique, a tus ancianos que te lo digan»
(Deut 31,30;
32,7)
Organizador nato, Don Bosco no dejaba a la sola
devoción espontánea el culto a María Auxiliadora. Le daba estabilidad con una
Asociación que de Ella tomaba el nombre. Los testimonios directos han visto en
esta institución una de las iniciativas más queridas por Don Bosco y de mayor
resonancia después de las dos Congregaciones religiosas y de la Asociación de
los cooperadores[5].
Él mismo trazaba sus orígenes en el fascículo Asociación de los Devotos de
María Auxiliadora canónicamente erigida en la Iglesia dedicada a Ella en Turín
con informes históricos sobre este título, por
el sacerdote Juan Bosco[6].
A continuación de la presentación Al lector, algunos
capitulitos recordaban la historia del título Auxiliadora, desde
la Biblia a la batalla de Lepanto (1571), a la liberación de Viena en 1683 y,
finalmente, a la institución de la fiesta por parte de Pío VII en 1814[7].
Breves páginas estaban dedicadas a la Devoción a María Auxiliadora en Mónaco y en Turín y a
los favores espirituales concedidos por Pío IX al santuario de Turín[8] .
Seguían documentos referentes a la aprobación
canónica de la Asociación. El
primero era de abril de 1869, la Súplica de
Don Bosco al arzobispo de Turín, “para la aprobación canónica de la Asociación”.
En ella rogaba “tomar en benigna consideración” el “piadoso proyecto” y
examinar los Estatutos y – profesando la habitual ilimitada disponibilidad – “añadir,
suprimir, cambiar” cuanto considerase oportuno, “con todas las cláusulas”, lo
que “considerase más oportuno para promover las glorias de la Augusta Reina del
Cielo y el bien de las almas”. La aprobación de Mons. Riccardi del 18 de
abril era benévola y generosa, en sintonía con el breve del 16 de marzo con el
que Pío IX había concedido a la Asociación que estaba para erigirse amplias
indulgencias válidas por diez años[9].
La última parte del fascículo contenía el texto del estatuto, una larga serie
de oraciones y prácticas devotas con la indicación de las relativas
indulgencias, una breve catequesis De las indulgencias en
general, el decreto del 22 de mayo de 1868, con el que Pío IX concedía la
indulgencia plenaria a todos los que “religiosamente” hubieran visitado “la
iglesia dedicada en Turín a María Virgen Inmaculada bajo el título de María
Auxiliadora, en la fiesta titular de la misma iglesia o en uno de los días
precedentes”[10].
Como solía decir en la presentación de documentos
importantes, Don Bosco atribuía el origen de la Asociación a “insistentes peticiones”,
provenientes “de todas las partes y de
personas de toda edad y de toda condición” durante y después de la construcción
y la consagración de la iglesia. Se pensaba en asociados “que unidos en el mismo espíritu de oración y de piedad
obsequiaran a la gran Madre del Salvador invocada con el hermoso título de
Auxilio de los Cristianos”[11].
También en esta circunstancia Don Bosco redactaba
velozmente los estatutos que no eran una obra maestra de organicidad doctrinal
y jurídica, pero brillaban por su inmediatez y practicidad. Volvía a aparecer
el estrecho vínculo que ordinariamente él establecía entre la devoción a María
SS. y a Jesús presente en el SS. Sacramento de la Eucaristía. La materia estaba
dividida en tres títulos, el primero sin encabezamiento: el fin y los medios,
las ventajas espirituales, la aceptación. La inscripción estaba
abierta a todos sin condiciones particulares (Aceptación, art.
1-3)[12].
A los asociados se les proponían los siguientes fines:
- el
celo para crecer en la piedad, la espiritualidad, el culto: “promover las
glorias de la divina Madre del Salvador” (art. 1);
- “difundir la devoción a la Bienaventurada Virgen y
la veneración a Jesús Sacramentado” (art. 2),
- procurando “con las palabras, con el consejo, con
las obras y con la autoridad promover el decoro y la devoción en las novenas,
fiestas y solemnidades que a lo largo del año se celebran en honor de la B. V.
María y del SS. Sacramento” (art. 3);
- además, favorecer “la difusión de buenos libros,
imágenes, medallas, libritos, intervenir y recomendar la participación en
las Procesiones en honor de María SS. y del SS. Sacramento, la Comunión
frecuente, la asistencia a la Santa Misa, el acompañamiento del Viático” (art.
4);
- tomarse “el máximo cuidado sobre sí y sobre las
personas” “dependientes, para impedir la blasfemia y cualquiera otra
conversación contraria a la religión y por cuanto dependa de ellos quitar
cualquier obstáculo que pueda impedir la santificación de los días festivos”
(art. 5).
Los medios llevaban
a una intensa vida de piedad personal:
- “Acercarse
a la santa Confesión y Comunión cada quince días o una vez al mes y oír cada
día la santa Misa con tal que las obligaciones del propio estado lo permitan”
(art. 6);
- se sugerían, a los simples fieles, jaculatorias
apropiadas en la mañana y en la noche, y, a los sacerdotes, la intención de
rezar en la santa Misa por todos los Agregados a esta piadosa Asociación: “Estas
oraciones - subrayaba – servirán de vínculo para unir a todos los asociados en
un solo corazón y una sola alma para rendir el honor debido a Jesús oculto en
la santa Eucaristía y a su augusta Madre, participar de todas las obras de
piedad que hará todo Asociado” (art. 7)[13].
Al crecimiento espiritual de los asociados, al “hacer comunión de todas las
obras buenas”, de oraciones y de indulgencias, proveían con abundancia también
los ocho artículos con el título Ventajas espirituales.
Para una mayor difusión de la Asociación Don Bosco
obtuvo su erección como Archicofradía, con la facultad de agregarse
asociaciones semejantes ya existentes o por erigirse. La concedía Pío IX con el
breve Sodalitia
Fidelium del 5 de
abril de 1870, pero que limitaba la
facultad de agregación a la archidiócesis de Turín.
Con sucesivo breve Expositum Nobis del 2 de marzo de 1877 la facultad se extendía a todas las diócesis
del Piamonte. Después de la muerte de Don Bosco, León XIII, primero con el
breve Admotae Nobis preces del 25 de junio de 1889, concedía la facultad de
agregación de todas las asociaciones semejantes “erigidas o por erigirse en
cualquier iglesia u oratorio público pertenecientes a la Sociedad salesiana y
donde se encuentren”; luego, con el breve Cum multa del
19 de enero de 1894 confería
para siempre al rector mayor de los
Salesianos y a sus sucesores la facultad de poder “válida y lícitamente erigir
otras asociaciones del mismo nombre e instituto en todo lugar donde existan
casas e iglesias de la Congregación y agregar las asociaciones erigidas a la
citada Archicofradía”; dos años después, con el breve Sodalitas del 25 de
febrero de 1896 concedía al rector mayor y a sus sucesores
la facultad de “agregar a la misma Archicofradía” existente en la iglesia de
María Auxiliadora en Turín, otras asociaciones del mismo fin y tenor en
cualquier iglesia o diócesis donde fueran erigidas canónicamente”. Finalmente, la
S. Congregación de los religiosos con rescripto del 31 de julio de 1913 concedía el privilegio de que el rector
mayor pudiera erigir canónicamente las Asociaciones
de los Devotos de María Auxiliadora también en las casas del Instituto de
las FMA y agregarlas a la Primaria de Turín[14].
Hasta aquí los
hechos, y ahora debemos preguntarnos, para seguir viviendo y transmitiendo en
fidelidad según “la mente de don Bosco”: ¿Cuáles son los aspectos que califican
y caracterizan la devoción mariana vivida y propagada por don Bosco? ¿Cuáles
son hoy los elementos que deberían calificar la devoción mariana salesiana?
3. El itinerario
mariano de Juan Bosco
La devoción a María como Inmaculada, caracterizó los
primeros veinte años de su sacerdocio. En esos años Don Bosco vivió con
inteligente entusiasmo el clima eclesial que precedió y acompañó la
proclamación dogmática de la Concepción Inmaculada (8 de diciembre de 1854) y
las apariciones de Lourdes (1858). La fecha del 8 de diciembre llegó a ser una
fecha central en su metodología pastoral y espiritual. Una fecha que coincide
también con el inicio de la base de su
obra educativa evangelizadora: el
oratorio festivo: 8 de diciembre de 1841.
Se puede decir, que María como
Auxiliadora se le va desvelando poco a poco porque experimenta su auxilio en el día a día de su vida, de la
sus jóvenes, de sus salesianos. Don
Bosco ha llegado a ese descubrimiento basado en su propia experiencia y en la
de la historia de la Iglesia que con tanta sabiduría conoce. Por eso ha podido
afirmar:
“Una
experiencia de dieciocho siglos nos hace ver de modo luminoso que María ha
continuado desde el cielo y con el más grande éxito la misión de Madre de la
Iglesia y Auxiliadora de los cristianos que había comenzado en la tierra
Conociendo la cronología de la expansión
del título de Auxiliadora, vemos que “persigue” a Don Bosco. Nace Juan Bosco en
1815, un año después de que Pío VII instituía la fiesta del 24 de mayo, y no
muy lejos del lugar de su nacimiento. En Turín encontrará también esta advocación,
una imagen venerada en la iglesia de san Francisco de Paula en la que incluso
existe una asociación en su honor. En 1848 se encuentran ya colocadas en su
mesa de trabajo algunas estampas con el título Auxilium Christianorum. Y será exactamente en 1862, en plena
madurez de Don Bosco, cuando éste hace su opción mariana definitiva:
«La Virgen quiere que la honremos con el
título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos
necesidad de que la Virgen nos ayude a
conservar y a defender la fe cristiana».
Desde esa fecha el título de Auxiliadora
aparece en la vida de Don Bosco y en su obra como ‘central y sintetizador’. La
Auxiliadora es la visión propia que Don Bosco tiene de María. La lectura
evangélica que hace de María, la experiencia de su propia vida y la de sus
jóvenes salesianos, y su experiencia eclesial le hacer percibir a María como ‘Auxiliadora
del Pueblo de Dios’.
Una expresión particularmente
significativa de la devoción de don Bosco a la Auxiliadora, sobre todo de su
gratitud por las gracias recibidas, fue la fundación del Instituto de las Hijas
de Mª Auxiliadora (1872), cuya primera ‘piedra’ es María Mazzarello.
4. María en los escritos
de Don Bosco
La señora ‘de
majestuoso aspecto, vestida con un manto, que resplandecía por todas partes’,
descrita en el sueño de los nueve años, es la Virgen querida por la tradición popular y por la
devoción común. De ella Don Bosco subraya sobre todo la amabilidad maternal. Esta representación es la más conforme con
su ánimo y lo acompañará hasta el último aliento de vida.
En las
Memorias del Oratorio se destacan muchos de los aspectos y de las devociones
típicas de la religiosidad popular: rosario en familia, Angelus, novenas y
triduos, invocaciones y jaculatorias, consagraciones, visitas a los altares y
santuarios, fiestas marianas (Maternidad, Nombre de María, Señora del Rosario,
Dolorosa, Consoladora, Inmaculada, Señora de las gracias...).
En el período
de los estudios en Chieri, aparecen más elementos que relacionan la devoción
mariana con las elecciones espirituales del joven Bosco, sobre todo la
maduración vocacional y la consolidación de las virtudes que distinguen al buen
seminarista. La Señora
del seminario es la
Inmaculada (en todos los seminarios piamonteses, y en
aquellos influenciados por la tradición lazarista, la capilla está dedicada a la Inmaculada desde el
‘600).
En la obra Datos históricos sobre la vida de Luis
Comollo (1844) Don Bosco ilustra los rasgos que caracterizaban la
sensibilidad espiritual y la devoción del buen seminarista. Luis, que ya de
estudiante, no pasaba delante de una imagen de María sin descubrirse la cabeza
(atención que coge por sorpresa al mismo Juan[15]), «cuando
hablaba de la Señora
todo destilaba ternura, y después de haber narrado u oído narrar alguna gracia
concedida por la Señora
a favor del cuerpo, al acabar, su rostro enrojecía, y a veces llorando
exclamaba: si María favorece tanto a este miserable cuerpo, cuanto más no
favorecerá el alma de los que la invocan»[16].
Sabemos por
nuestro santo que Luis Comollo ( y presumiblemente también el clérigo Bosco), «el
sábado de cada semana ayunaba por amor a la Virgen»[17]; que «su
corazón ardía con vivos afectos hacia la gran Madre de Dios»[18]; que en
las pesadillas de la enfermedad última Luis fue consolado con la visión de
María que lo tomaba de la mano: «Oh, si
los hombres pudiesen persuadirse de la alegría que produce en el momento de la
muerte haber sido devotos de María, todos a porfía buscarían nuevos modos de
ofrecerle honores especiales. Será, pues, ella misma, la que con su Hijo en brazos, nos defenderá contra el enemigo de
nuestra alma en la hora final; aunque todo el infierno se ponga en contra
nuestra, con María como nuestra defensora, será nuestra la victoria. Procura,
sin embargo, no ser de aquellos que, por recitar alguna oración a María o por
ofrecerle alguna mortificación, creen ser protegidos por ella mientras llevan
una vida libertina y disoluta»[19]
Este
precisamente es el aspecto que caracteriza la piedad mariana para el joven
Bosco (formado en la escuela de San Alfonso): la verdadera devoción, que se
expresa sobe todo con una vida virtuosa, garantiza el patrocinio más poderoso
que se pueda disfrutar en la vida y en la muerte.
Lo escribirá
incluso en el Joven cristiano en
1847: “Si sois sus devotos, además de colmaros de bendiciones en este mundo,
tendréis el paraíso en la otra vida”[20]
Pero es
especialmente en el librito El mes de
Mayo consagrado a María Santísima Inmaculada para uso del pueblo (1858)
donde el santo enmarca explícita e insistentemente la devoción mariana popular
y juvenil en un contexto que termina en un concreto y serio compromiso de vida
cristiana vivida con fervor y amor. «Tres
cosas para practicar en todo el mes: 1ª Hacer cuanto podemos para no cometer
pecado en el transcurso de este mes; que todo sea consagrado a María. 2ª Tener especial solicitud en el
cumplimiento de los deberes espirituales y temporales de nuestro estado... 3ª
Invitar a nuestros familiares y amigos y a todos aquellos que dependen de
nosotros a tomar parte en las prácticas de piedad que se realizan en honor de
María en el transcurso del mes»[21]
Es
significativo que también las 31
Florecillas para repartirse y practicarse una en cada día del mes,
colocadas después de la introducción del volumen, consistan en ejercicios
prácticos para alimentar la unión con Dios, el fervor espiritual y el ejercicio
de las virtudes[22].
A continuación
del librito, Don Bosco coloca una serie de lecturas o pequeñas meditaciones
diarias, las cuales no consideran – como se esperaría las “Glorias a María” -, sino que presentan una síntesis motivante de
las verdades que alimentan e iluminan la vida del cristiano, presentadas en
forma de sobria meditación: Dios creador - Alma - Redención - Iglesia - Cabeza
de la Iglesia
- Pastores de la Iglesia
- Fe - Sacramentos - Dignidad del cristiano - Valor del tiempo - Presencia de
Dios - Fin del hombre – Salvación del alma - Pecado - Muerte - Juicio
particular - Juicio universal - Penas del infierno - Misericordia de Dios -
Confesión - Confesor - Misa - Comunión -
Pecado de deshonestidad - Virtud de la pureza - Respeto humano - Paraíso...
Se trata de
temas comunes en la literatura devocional y en la homilética del tiempo
(preocupada por “instruir”), tomados de Don Bosco con las acentuaciones que
caracterizan su pedagogía espiritual Pero lo que parece preocuparle es la
urgencia de enseñar que la celebración del mes de María, que la verdadera
devoción mariana, es un modo eficaz para llevar a cabo una conversión continua,
un crecimiento del compromiso cristiano, simultáneamente en el plano moral,
espiritual y de los deberes cotidianos: «Ella
nos consiga por medio de Jesús su Divino Hijo, la gracia de poder conocer,
amar, servir a Dos en esta vida y lograr después un día gozar de Él en el Cielo
por toda la eternidad»[23].
Es significativo
el uso de estas expresiones, que en el Catecismo indicaban el fin último del
hombre, para resumir y finalizar la devoción mariana.
El otro tema,
heredado de una tradición devocional, es la relación entre devoción mariana y
salvación eterna: «Puesto que el más
hermoso adorno del cristianismo es la
Madre del Salvador, María Santísima, del mismo modo me dirijo
a Vos, Oh clementísima Virgen María, y estoy seguro de conseguir la gracia de
Dios, si Vos rogáis por mí: Auxilium Christianorum, ora pro nobis»[24].
Don Bosco está convencido de que María interviene como abogada eficacísima y
poderosa mediadora cerca de Dios.
Diez años más tarde (1868), para la inauguración de
la iglesia de María Auxiliadora, el santo escribe y difunde un fascículo
titulado Maravillas de la Madre de Dios invocada con
el título de María Auxiliadora[25].
En esta pequeña obra se subraya la dimensión eclesial bajo la cual se va
abriendo cada vez más la mirada de don Bosco y se orientan sus preocupaciones
misioneras y educativas.
Los títulos de
Inmaculada y de Auxiliadora en el contexto eclesial del tiempo evocan luchas y
victorias, el “gran choque” entre Iglesia y sociedad liberar. Se hace una
lectura religiosa de los acontecimientos políticos y sociales, en la línea de la
reacción católica a la incredulidad, al liberalismo, a la descristianización.
Dentro, o tras
los muros del Oratorio, la devoción a la Inmaculada y a la Auxiliadora no tiene
estas tonalidades sino que se abre más bien a valores eclesiales y misioneros: «la necesidad que hoy se siente de invocar a
María no es particular, sino general; no se trata de enfervorizar a los tibios,
de convertir a los pecadores, de cuidar a los inocentes. Estas cosas siempre
son útiles en cualquier lugar, acerca de cualquier persona. Es la misma Iglesia
Católica la que es atacada. Es atacada en sus funciones, en sus sagradas
instituciones, en su Cabeza, en su doctrina, en su disciplina; es atacada
como Iglesia Católica, como centro de la verdad, como maestra de todos los
fieles»[26].
Más aún, Don
Bosco, para sus muchachos y sus salesianos, continúa subrayando preferentemente
la dimensión ascético-espiritual y apostólica de la piedad mariana. En efecto,
la práctica del mes de María y de las
variadas devociones tiende a determinar en los jóvenes la decisión de un
mayor compromiso en el propio deber, a ejercitar las virtudes, a un ardor
ascético (mortificaciones en honor de María), a una caridad operativa y a una
generosa acción apostólica entre los compañeros.
Es decir, Don
Bosco tiende a asignar a la
Inmaculada y a la Auxiliadora un papel determinante en la obra
educativa y formativa y a valorizar, en el clima del fervor mariano del tiempo,
ejercicios virtuosos y prácticas devotas con el fin de levar una vida de
purificación del pecado y del apego al mismo, así como una creciente donación
total de sí mismo a Dios.
En la vida de
Miguel Magone se presenta una carta a un amigo sobre Los siete guardianes de María destinados a hacer guardia a la santa
virtud de la pureza, en la que la presentación de María “Madre de pureza”, asume un papel
decisivo en el difícil proceso de construcción y consolidación de la virtud en
el corazón del joven[27]
Incluso en El joven cristiano (1847), el santo
presentaba la invocación de María como medio eficaz para la superación de las
tentaciones: «Un apoyo grande para
vosotros, hijos míos, es la devoción a María Santísima...Tres gracias le debéis
pedir insistentemente de modo particular, las cuales son absolutamente
necesarias para todos, pero especialmente para vosotros que os encontráis en
una edad juvenil. La primera es la de no cometer jamás pecado mortal en vuestra
vida. Esta gracia deseo que se la pidáis a cualquier precio a la intercesión de
María. ¿Sabéis qué significa caer en pecado mortal?...La segunda gracia que
deberéis pedir es la de conservar la santa y preciosa virtud de la pureza... De
aquí nace la necesidad de la tercera
gracia... y es precisamente la de evitar los malos compañeros. Felices
vosotros, hijos míos, si evitáis la compañía de los malvados»[28]
En el librito
del año 1868 Maravillas de la gran Madre
de Dios invocada bajo el título de María Auxiliadora, la mirada de Don
Bosco se extiende, pero no sólo en perspectiva eclesial, sino también sobre
otros aspectos de la vida cristiana: María es presentada como modelo de la
perfecta unión con Dios en la Anunciación[29]; modelo
de acción santificadora a favor del prójimo en la Visitación
(santificación en el servicio al prójimo)[30], y de
tierna, misericordiosa, solícita, diligente atención a las necesidades de los
hermanos en las Bodas de Caná[31]; como
Madre de los creyentes entre los dolores del Calvario[32]. Pero
el acento está puesto sobre todo en el hecho de que «María favorece a quien trabaja por la fe»[33].
Por tanto,
lucha contra todo pecado y orientación hacia Dios, santificación de uno mismo y
del prójimo, servicio de caridad, esfuerzo en llevar la cruz y compromiso
misionero. Son éstos los rasgos sobresalientes de una devoción mariana que
tiene bien poco de devocionalismo y de sentimental, a pesar del clima de la
época y de los gustos populares que, con todo, Don Bosco valora.
5. María en la vida de Don
Bosco
Señalamos sólo tres aspectos:
1º. Una presencia.
María es, en
la vida de Don Bosco, una presencia percibida, querida, activa y estimulante;
orientada al gran acontecimiento de la salvación eterna y de la santidad. Él la
siente cercana y se confía a Ella, dejándose guiar y conducir por los caminos
de su vocación (la sueña, la “ve”).
En Niza
Monferrato en Junio de 1885, Don Bosco se entretenía en el locutorio con las
madres capitulares de las Hijas de María Auxiliadora, con un hilo de voz,
cansadísimo. Le pidieron que les dejase un último recuerdo. «¿Así que deseáis que os diga algo? Si
pudiera hablar, ¡cuántas cosas os diría! Pero soy viejo, viejo decrépito, como
podéis ver; incluso, con dificultad para hablar. Sólo quiero deciros que la Virgen os quiere mucho,
muchísimo. Y...¿No lo sabéis? ¡Ella en persona se encuentra aquí en medio de
vosotras!»
Entonces D.
Bonetti, al verle conmovido, lo interrumpió y empezó a decir sólo para
distraerlo: “Sí; ¡as..., así!... Don
Bosco quiere decir que la
Virgen es vuestra Madre y que ella os mira y os protege”.
“No, no, - reanudó el Santo sus palabra; quiero
decir que la Virgen
está realmente aquí, en esta casa; que está contenta de vosotras, y que, si
perseveráis con el espíritu de ahora, que es el que desea la Señora...
El buen Padre
se enternecía más que antes y Don Bonetti volvió a tomar la palabra: - “Sí; ¡as... así...! Don Bosco quiere deciros
que, si sois siempre buenas, la
Virgen estará contenta de vosotras”.
«Que no, que no, se esforzaba por explicar Don Bosco, intentando de
dominar su propia emoción. ¡Quiero decir
que la Virgen
está realmente aquí, aquí mismo en medio de vosotras. La Virgen se pasea por esta
casa y la cubre con su manto”. Al decir esto, extendía los brazos,
levantaba los ojos envueltos en lágrimas a lo alto y parecía querer convencer a
las Hermanas de que él veía a la
Virgen ir de un lado para otro como en su propia casa»[34]
Es una
presencia operativa; aquella que acompaña, sostiene, guía, anima; aquella que
le ha sido regalada: «Yo te daré la Maestra bajo cuya
disciplina puedes hacerte sabio, y sin la cual toda sabiduría se convierte en
necedad»[35]. Una
presencia que estimula a vivir conscientemente en la presencia de Dios y en una
tensión de totalidad:
Con el pensamiento de Dios
presente, / haz que labios, corazón y mente,
sigan la vía de la virtud, / oh gran Virgen
María. (Oración escrita por San Juan Bosco a los pies de
una fotografía).
2º. Para la misión
Don Bosco relaciona estrechamente a María con su
vocación y su ministerio. Aquí está bien retomar la presentación que Don Bosco
hace del sueño de los nueve años: «Tomándome
con bondad por la mano, me dijo: mira, ahí tienes tu campo, ahí es donde debes
trabajar. Hazte humilde, fuerte y robusto; y lo que ves que sucede en este
momento con estos animalitos, deberás hacerlo tú por mis hijos»[36].
Es la misión de salvación, transformación, formación de los jóvenes, por medio
de la prevención, la educación, la instrucción, la evangelización y una sólida
dotación de virtudes en el educador.
El Hijo de
María enseña el método y el objetivo: «No
con golpes, sino con la mansedumbre y con la caridad deberás ganarte a estos
amigos. Ponte inmediatamente, pues, a darles una instrucción sobre la fealdad
del pecado y la hermosura de la virtud»[37].
La narración
del antiguo sueño inspirador, hecha en el 1873-74, se relaciona con tantos
otros relatos de intervenciones e inspiraciones interiores (los sueños) en los
que nuestro santo ha atribuido a María un papel de animación, de guía y de
apoyo de su anhelo y de su celo por la misión de salvación juvenil.
En este
contexto se sitúan e interpretan aquellos que Don Bosco reconoce como
intervenciones prodigiosas de María: las “gracias”
(espirituales y materiales), concedidas a las personas su poderosa protección
sobre el Oratorio y sobre la naciente Familia Salesiana y sobre su prodigioso
desarrollo a favor de las almas.
Se da en
nuestro santo la tendencia a relacionar estrechamente entre sí, devoción
mariana, fervor espiritual celo pastoral y fecundidad apostólica.
3º. Estímulo a la santidad
Don Bosco vive
la devoción mariana como estímulo y apoyo de la tensión hacia la perfección
cristiana. En la misma perspectiva él la inculca sabiamente a los jóvenes para
promover en ellos la vida cristiana y estimularles al deseo de la santidad.
En la vida de
Domingo Savio vemos cómo Don Bosco valora, la función educativa y formativa, de
los entusiasmos suscitados por el acontecimiento de 1854: “Una especie de espiritual agitación” por la definición del dogma
de la Inmaculada.
«También entre nosotros se hacía cuanto
nuestra situación permitía para celebrar aquella solemnidad con dignidad y con
fruto espiritual para nuestros jóvenes»[38].
Domingo se sintió plenamente comprometido, se sentía “abrasar por el deseo de celebrarla santamente”: hizo la novena con
las florecillas “actos de virtud
prácticos”, la confesión general (“Se
preparó e hizo con gusto=alegría de espíritu su confesión general”); “La tarde de aquel día...fue ante el altar
de María, renovó las promesas hechas en la primera comunión, y después repitió
veces y veces estas precisas palabras: María, os entrego mi corazón; haced que
siempre sea vuestro. Jesús y María, sed vosotros siempre mis amigos; pero, por
piedad, hacedme morir antes que me suceda la desgracia de cometer un solo
pecado”.
Don Bosco
comenta: «Aceptada así María como apoyo
de su devoción -entendida aquí en el sentido que le da S, Francisco de
Sales[39]-, la moral de su conducta aparece tan
edificante y unida a tales actos de virtud, que he comenzado desde ahora a
tomar nota de ellos para no olvidarme»[40].
Valorando la
sensibilidad de sus muchachos y los gustos populares de su piedad, Don Bosco
supo transformar una inclinación devocional sembrada de sentimiento romántico,
en un poderoso instrumento de formación espiritual (animando, corrigiendo,
dirigiendo).
6. CONCLUSIÓN
A lo largo de la exposición hemos intentado entrar
en lo que don Bosco pretendía, el
objeto profundo de la Archicofradía de Mª Auxiliadora, lo que encierra el
enunciado: “propagar la devoción a la Santísima Virgen y fomentar el culto a Jesús
Sacramentado”, para que nosotros podamos seguir avanzando con fidelidad y
creatividad según el Proyecto de Dios revelado a través de don Bosco. Creo que podemos decirlo en cinco puntos:
1º. Recordar a Jesucristo con María como nuevo Pueblo de Dios
Aprender de María su contemplación que es ante
todo un recordar. Tal
como dijimos al comienzo, debemos
ejercitar nuestra memoria (zakar)
en su sentido bíblico, para saber ahondar las obras realizadas por Dios en la historia
de la salvación y seguir actualizándola. La Biblia es narración de
acontecimientos salvíficos, que tienen su culmen en el propio Cristo. Estos
acontecimientos no son solamente un 'ayer'; son
también el 'hoy' de la salvación. Toda consideración de aquellos
acontecimientos: «hacer memoria» de ellos en actitud de fe y amor significa
abrirse a la gracia que Cristo nos ha alcanzado con sus misterios de vida,
muerte y resurrección.
María unida
inseparablemente al centro de la historia de la salvación que es Cristo, con su
carácter específico, penetrando en el
misterio de su vida en la vida del Señor Jesús, hace que cuanto Él ha realizado
y actualiza sea asimilado profundamente y forje la propia existencia. Para
ello es necesario incorporar la Palabra
de Dios a la vida de cada día de los Asociados y Asociadas. Esto es muy
necesario.
2º Comprender
a Jesucristo desde María; ella es la Maestra.
Cristo es el Maestro por excelencia, el
revelador y la revelación. No se trata sólo de comprender las cosas que Él ha
enseñado, sino de 'comprenderle
a Él'. Pero en esto, ¿qué Maestra más experta que María? Si en el ámbito
divino el Espíritu es el Maestro interior que nos lleva a la plena verdad de
Cristo (cf. Jn 14, 26; 15, 26; 16, 13), entre las
criaturas nadie mejor que Ella conoce a Cristo, nadie como su Madre puede
introducirnos en un conocimiento profundo de su misterio. Resuenan aquí el “Yo
te daré la Maestra” del sueño de los 9 años de Juanito Bosco.
El
primero de los 'signos' llevado a cabo por Jesús –la transformación del agua en
vino en las bodas de Caná– nos muestra a María precisamente como Maestra,
mientras exhorta a los criados a ejecutar las disposiciones de Cristo. Y
podemos imaginar que ha desempeñado esta función con los discípulos y
discípulas en la primitiva Iglesia naciente donde Ella está presente. Se quedó
con ellos esperando el Espíritu Santo y los confortó en la primera misión.
Tenemos como don Bosco que ir a la 'escuela' de María para leer a Cristo, para
penetrar sus secretos, para entender su mensaje.
Una
escuela, la de María, mucho más eficaz, si se piensa que Ella la ejerce ayudándonos
a abrirnos a la acción del Espíritu
Santo y proponiéndonos, al mismo tiempo, el ejemplo de aquella «peregrinación
de la fe», en la cual es maestra incomparable. Ante cada misterio del Hijo,
Ella nos invita, como en su Anunciación, a presentar con humildad los
interrogantes que conducen a la luz, para concluir siempre con la obediencia de
la fe: « He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra » (Lc 1, 38).
Pablo VI en
la exhortación apostólica Marialis Cultus
37 lo dice así: « la figura de la
Virgen no defrauda esperanza alguna profunda de los hombres de nuestro tiempo y
les ofrece el modelo perfecto del discípulo del Señor: artífice de la ciudad
terrena y temporal, pero peregrino diligente hacia la celeste y eterna;
promotor de la justicia que libera al oprimido y de la caridad que socorre al
necesitado, pero sobre todo testigo activo del amor que edifica a Cristo en los
corazones».
3º Configurarse
a Jesucristo con María, orientando
actitudes y comportamientos (ejercicio de las virtudes)
La espiritualidad cristiana tiene como
característica el deber del discípulo de configurarse cada vez más plenamente
con su Maestro. La efusión del Espíritu en el Bautismo une al creyente como el
sarmiento a la vid, que es Cristo, lo hace miembro de su Cuerpo místico. A esta
unidad inicial, sin embargo, ha de corresponder un camino de adhesión creciente
a Él, que oriente cada vez más el comportamiento del discípulo según la
'lógica' de Cristo: «Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo» (Flp 2, 5). Hace falta, según las
palabras del Apóstol, «revestirse de Cristo» (Ga 3, 27).
En compañía
de María, este exigente ideal de configuración con Él se consigue a través de
una asiduidad que pudiéramos decir 'amistosa'. Ésta nos introduce de modo
natural en la vida de Cristo y nos hace como 'respirar' sus sentimientos. Sin
duda, podemos ver aquí toda la insistencia en el ejercicio de las virtudes que
don Bosco y María Mazzarello recomendaban y acompañaban.
Además, no
es sólo ejercicio nuestro, de nuestra sola fuerza de voluntad, sino que nos
situamos en un camino de docilidad y obediencia en particular a la acción
materna de la María, como lo quiere el mismo Jesús. Ella es su madre, a la vez
miembro de la Iglesia «supereminente y completamente singular», y 'Madre de la Iglesia'. Como tal
'engendra' continuamente hijos para el Cuerpo místico del Hijo. Lo hace
mediante su intercesión, implorando para ellos la efusión inagotable del mismo
Espíritu que la habitó a Ella. María es el
icono perfecto de la maternidad de la Iglesia.
San
Luis María Grignion de Montfort, explicó así el papel de María en el proceso de
configuración de cada uno de nosotros con Cristo: «Como quiera que toda nuestra perfección
consiste en el ser conformes, unidos y consagrados a Jesucristo, la más
perfecta de la devociones es, sin duda alguna, la que nos conforma, nos une y
nos consagra lo más perfectamente posible a Jesucristo. Ahora bien, siendo
María, de todas las criaturas, la más conforme a Jesucristo, se sigue que, de
todas las devociones, la que más consagra y conforma un alma a Jesucristo es la
devoción a María, su Santísima Madre, y que cuanto más consagrada esté un alma
a la Santísima Virgen, tanto más lo estará a Jesucristo»[41].
4º Rogar
a Jesucristo con María; Ella está e interviene
Cristo nos
ha invitado a dirigirnos a Dios con insistencia y confianza para ser
escuchados: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá» (Mt 7, 7). El fundamento de esta eficacia
de la oración es la bondad del Padre, pero también la mediación de Cristo ante
Él y la acción del Espíritu Santo, que
«intercede por nosotros» (Rm 8,
26-27) según los designios de Dios. En efecto, nosotros «no sabemos cómo pedir»
(Rm 8, 26) y a veces no
somos escuchados porque pedimos mal (cf. St 4, 2-3).
Para apoyar
la oración, que Cristo y el Espíritu hacen brotar en nuestro corazón,
interviene María con su intercesión materna. «La oración de la Iglesia está
como apoyada en la oración de María»[42]. Efectivamente, si Jesús, único
Mediador, es el Camino de nuestra oración, María, pura transparencia de Él,
muestra el Camino, y «a partir de esta cooperación singular de María a la
acción del Espíritu Santo, las Iglesias han desarrollado la oración a la santa
Madre de Dios, centrándola sobre la persona de Cristo manifestada en sus
misterios»[43]. En las bodas de Caná, el Evangelio
muestra precisamente la eficacia de la intercesión de María, que se hace
portavoz ante Jesús de las necesidades humanas: «No tienen vino» (Jn 2, 3).
La plegaria
insistente a la Madre de Dios se apoya en la confianza de que su materna
intercesión lo puede todo ante el corazón del Hijo. Basada en el Evangelio,
ésta es una certeza que se ha ido consolidando por experiencia propia en el
pueblo cristiano.
5º Anunciar
a Jesucristo con María compañera en la misión.
María es polo de atracción porque forma
parte del Misterio, convoca en nuestra
realidad cultural y en muchos otros lugares. Si se valoran adecuadamente todas las ocasiones que se nos
presentan, tanto a nivel de poder llegar a las personas individualmente como comunitariamente en nuestras casas, parroquias, santuarios, encontramos una significativa oportunidad
catequética que los Pastores,
animadores/as de grupos deben saber aprovechar. María continúa también de este
modo su misión de anunciar a Cristo como lo anunció a Isabel y a los discípulos/as.
Hoy estamos
ante nuevos desafíos. María conserva toda su fuerza (¡es la llena de Gracia!) y
sigue siendo un Auxilio potente e importante en la tarea pastoral de todo buen
evangelizador/a.
En
el envío de los discípulos para la misión, es sabido que Jesús los envía de dos
en dos. Quienes experimentamos la Presencia de María siguiendo las huellas de don
Bosco y María Mazzarello, nunca nos podremos sentir solos en la tarea
evangelizadora. Es más, desde aquí podremos comprender más profundamente la
frase de don Bosco “Ella lo ha hecho todo”. De alguna manera, como demuestran
los hechos, María fue “compañera de
viaje” en la misión que Jesús encomendó a don Bosco y lo es también hoy para
nosotros, que hemos recibido por Gracia la misma misión educativa evangelizadora.
Notas de la puesta en común
del trabajo de grupos realizado sobre este tema en la Escuela de Delegados, la
mañana del 26 de julio de 2012.
Los grupos subrayan los
siguientes aspectos a tener en cuenta para la animación de los grupos de ADMA:
Se consideran
importantes las conclusiones expuestas
en este Tema, a subrayar y poner en práctica de forma particular lo dicho sobre
la PALABRA DE DIOS, María experta en la Palabra. La Palabra es Jesucristo, la
devoción a María Auxiliadora necesita de forma urgente en estos tiempos y para
el futuro la profundización de la Palabra, incorporándola en el cotidiano de
los asociados/as. Los animadores/as de grupo han de reforzar todo lo que puedan
esta dimensión.
La consideración sobre las
“virtudes” con la insistencia de don Bosco, es la vida coherente, de continua
conversión, manifestación de una devoción mariana auténtica y asimilada.
Anunciar a Jesucristo con
María. María es maestra de educación. Importante también acudir a los
Lineamenta del próximo Sínodo sobre la Nueva Evangelización lo que se dice a
este respecto Con María anunciamos el Evangelio.
La Auxiliadora y la defensa
de la fe. También hoy corren “tiempos difíciles”. Tener presente experiencias
del “atrio de los gentiles”.
Interrogante que se plantea
sobre el ADMA juvenil. Los asociados/as de ADMA han de ser de 18 años en
adelante, pero con los niños, adolescentes, jóvenes … debemos hacer un trabajo
y acompañamiento previo. La experiencia de las FMA en Canarias nos puede
iluminar. La del ADMA joven de Turín también (ésta en relación con los hijos de
las familias que ya son de ADMA).
Redescubrimos la
“estabilidad” de don Bosco en puntos fuertes, que se despliegan en el tiempo,
pero que tienen un fundamento sólido en su vida: su intimidad con Cristo, su
aprendizaje en la Escuela de María. Descubrimos a Jesucristo con María, de ella
aprendemos a vivir su “hágase en mi”, su “haced lo que Él os diga” .. Necesidad
de revalorizar, promover y acompañar la oración de los asociacidos/as (y
también la de los animadores/as de grupos, no podemos dar por descontado nada,
todos en camino de conversión). La experiencia de la oración de adoración al
Santísimo unida al día 24.
Reconocemos lo que nos dice
la Verbum Domini de que los santos son Palabra de Dios dicha al mundo con sus
vidas. Don Bosco, María Mazzarello, … lo son debemos ahondar más en sus vidas
como Familia Salesiana, son un regalo de Dios para todos. También la próxima
beatificación de sor Maria Troncati (aprender de su forma de vivir la devoción
mariana es escuela para todos/as).
El Rosario meditado nos
acerca a la Palabra de Dios. La espiritualidad de ADMA en sintonía con María ha
de entrar mucho más en la asimilación de la Palabra.
Hacer propuestas, invitación
a ser asociados a jóvenes, a miembros de nuestros claustros, de nuestros
educadores, padres-madres jóvenes … ampliarles que es formar parte de la
Familia Salesiana de una forma organizada, con compromiso, .. es promocionar la
vida cristiana y llegar niveles
populares como quería don Bosco. El conocimiento de María nos lleva a Jesús. Él
y Ella son inseparables. María es la primera discípula.
Importante inculcar la
Presencia de María. Por carisma tenemos este “regalo” de Dios a nuestra Familia
Salesiana, en nuestras obras, en nuestras casas, en nuestra vida. Aprender y
ejercitarnos en vivirla, está en la raíz de nuestra Familia.
Tenemos que hacer todo lo
que podamos por “rejuvenecer” las ADMAS. Creer en la Asociación, promoverla.
Ser cristiano es un modo de ser, la fe que se hace vida … ADMA promueve la vida
cristiana, un modo de ser sencillo y profundo, asequible, fiarnos de la
Maestra, Ella nos acompaña en la misión. Es más, es Ella la que nos guía.
Podemos compartir experiencias de un lugar a otro, probar, atrevernos a
“invitar más”. Salesianos y Salesianas
jóvenes también tendrían que cambiar su visión o proporcionarles experiencias
de animación de estos grupos o “rejuvenecidos”. En su formación de iniciación a
la vida salesiana, ponerlos en contacto con la animación de grupos de Familia
Salesiana.
[1] Unos meses antes, en septiembre de 1862, mons. Arnaldi había
lanzado la iniciativa de la construcción de un templo a María Auxilio de los
cristianos cerca de Spoleto. Cf P. STELLA, Don
Bosco nella storia della religiosità cattolica, Roma, LAS, 1969, 167.
[2] Cf. P. BROCARDO, San Giovanni Bosco apostolo del titolo
Auxilium Christianorum, in L’Ausiliatrice
nel dogma, 40-44.
[3] De siete metros de altura es la mejor expresión plástica de la
Auxiliadora. Al decir del propio Don Bosco, en
el centro “resalta la Santísima
Virgen en un Mar de Luz y Majestad; un coro de Ángeles la rodea y la rinde
pleitesía como su Reina; su mano derecha aprieta un cetro símbolo de su poder;
en la izquierda sostiene al niño Jesús, que tiene los brazos abiertos, como
ofreciendo sus Gracias y Misericordia a quien recurre a su Augusta Madre”. Llama la atención el gran manto que cubre a la
Virgen, el cual fue pintado así por deseo expreso de Don Bosco: “Para que muchas almas puedan sujetarse de él y sean
salvadas”.
[4] P. BRAIDO, Don Bosco prete
dei giovani nel secolo delle libertà, LAS, Roma 2003, Vol I pp. 526 - 528
[5] Cfr. Testimonios de
don Gioachino Berto y de mons. Giovanni Cagliero en el proceso canónico de
beatificación y canonizaciónione: S. C. SS. Rituum, Positio
super Introd. Causae, Summarium (Romae 1907), pp. 384s e 412.
[6] Turín, tip. Del Oratorio de san
Francisco de Sales 1869, 96 p., OE XXI 339-434
[7] G.
Bosco, Associazione de' divoti di Maria Ausiliatrice..., pp. 3-24, OE
XXI 341-362.
[9] G.
Bosco, Associazione de' divoti di Maria Ausiliatrice..., pp. 32-47,
OE XXI 370-385.
[10] G. Bosco, Associazione de'
divoti di Maria Ausiliatrice..., pp. 48-95, OE XXI 386-433
[11] G. Bosco, Associazione de'
di voti di Maria Ausiliatrice..., p. 3, OE XXI 341.
[12] G. Bosco, Associazione de'
di voti di Maria Ausiliatrice..., pp. 54-55, OE XXI 392-393.
[13] J. BOSCO, Associazione de' divoti di
Maria Ausiliatrice..., pp.
48-50, OE XXI 386-388.
[14] Cfr. A. STICKLER, L’Associazione dei Devoti di Maria Ausiliatrice, en
el vol. l’Immacolata Ausiliatrice…, pp.301-304.
[15] J. BOSCO, «Datos sobre la
vida de Luis Comollo» (1854), en E. CAVIGLIA,
Obras y escritos editados e inéditos de
Don Bosco publicados de nuevo y revisados según la edición original y los
manuscritos conservados, vol. V, Turín 1965, p. 75: “Frecuentemente, al acompañarlo, me sucedió verlo quitarse el sombrero
sin saber la razón; pero mirando luego atentamente, descubría en alguna pared
pintada la imagen de María”.
[16] J. BOSCO, «Datos históricos
sobre la vida de Luis Comollo muerto en el seminario de Chieri, admirado por
todos por sus singulares virtudes» (1844), en A. CAVIGLIA, Obras y escritos, vol. V, Turín 1965, p.
40.
[20] J. BOSCO, El joven cristian,
para la práctica de sus deberes en los
ejercicios de piedad cristiana..., Turín 1847, p. 51
[21] J. BOSCO, El mes de Mayo
consagrado a María Santísima Inmaculada para uso popular, Turín, 1858, p. 8
[25] J. BOSCO , Maravillas de la Madre de Dios invocada como
Auxiliadora, Turín, Tip. del
Oratorio de S. Francisco de Sales, 1868.
[27] J. BOSCO «Dato biográfico
sobre el joven Miguel Magone, alumno del Oratorio de S. Francisco de Sales»,
en
A. CAVIGLIA, Obras y escritos, vol.
V, Turín 1965, pp. 220-221.
[28] J. BOSCO, El joven cristiano, pp. 51-54.
[29] J. BOSCO, Maravillas...
pp. 20-25.
[34] E. CERIA, “Memorias
biográficas de San Juan Bosco” 1884-85, vol. XVII, Madrid 1988, pp. 447.
[35] J. BOSCO, “Memorias del
Oratorio”, I, 145-147.
[38] J. BOSCO «Vida del joven Domingo
Savio alumno del Oratorio de S. Francisco de Sales», en A. CAVIGLIA, Obras y escritos, vol. IV, Turín 1965,
p. 20.
[39] “La verdadera y viva devoción exige el Amor de dios,
más bien no es otra cosa que un verdadero amor de Dios; no un amor entendido genéricamente...
cuando el amor ha llegado a un tal nivel de perfección que, no solamente nos da
la fuerza para obrar bien, sino que nos mueve a obrar con atención,
frecuentemente con prontitud, entonces se llama devoción. La devoción es una
especie de agilidad y vivacidad espiritual por medio
de la cual la caridad obra en nosotros o, si queremos, nosotros obramos por su
medio, con prontitud y afecto. Ahora bien, como es incumbencia de la caridad
hacernos cumplir todos los mandamientos de Dios sin excepción y en su
totalidad, compete a la devoción lograr la prontitud y la diligencia” (Francisco de Sales, Filotea.
Introducción a la vida devota. Ruggero BALBONI (ed.), Milán 1984, pp.
22-23)
[40] J. BOSCO, Vida del joven Domingo Savio p. 21. El
desarrollo de las consecuencias de fervor y de compromiso de esta promesa
solemne son presentadas en los capítulos XIII (su espíritu de oración. Devoción
hacia la Madre
de Dios) y XVII (La Compañía
de la Inmaculada ):
Ibid, pp. 32-34, 42-45.